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miércoles, 2 de septiembre de 2009

AÑO SACERDOTAL



Con motivo del 450 aniversario de la muerte de S. Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, Su Santidad, Benedicto XVI ha decretado un año santo jubilar, a fin de que todos los fieles católicos nos unamos en oración por los Sacerdotes, ministros del Culto Divino, y por las vocaciones al Sacerdocio. Creemos que esta noticia ya es conocida por todos; sin embargo, es posible que no conozcan la relación estrechísima que existe entre esta solicitud pastoral de nuestro Santo Padre, el Papa, y la vocación específica de las Carmelitas Descalzas. Por ello, vemos necesario exponerles aquí un poco de doctrina al respecto, para que sepan que, en cierto modo, éste es también un año muy nuestro, muy carmelitano y teresiano.

Nuestra Santa Madre, Teresa de Jesús, al fundar la Reforma en San José de Avila, nos dice en su obra "Camino de Perfección", en el capítulo , que al conocer el desgarrón que supuso en la Iglesia el Protestantismo, tanto luterano como calvinista, quiso "hacer eso poquito que era en mí, que era guardar los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiera, y hacer que estas poquitas, que aquí están, hiciesen lo mismo (para que Cristo, ya que tiene tan pocos amigos, que esos poquitos sean buenos); y así, todas juntas, rogásemos al Señor por los que son defensores y predicadores y letrados que la defienden (a la Iglesia Católica)..."

Como verán, la cita no es del todo literal, pues la estamos escribiendo de memoria; pero, áun así, con esto poco nos damos cuenta de cuál fue el deseo de la Santa al fundar su Reforma. Así que, el Carmelo Teresiano nació como movimiento apostólico de contrarreforma, para ayudar, con la oración y el sacrificio, a los Sacerdotes de la única y verdadera Iglesia de Cristo: la Iglesia Católica y Apostólica.

Ahora comprenderán lo que al principio hemos afirmado; que este año jubilar es muy carmelitano, porque recoge la intención del Espíritu Santo, expresada por la voluntad del Romano Pontífice, de que toda la Iglesia se dedique a hacer aquello mismo para lo cual estamos llamadas, por vocación particular, las Carmelitas Descalzas. Pues..., ¡¡¡ Bienvenidos, todos los fieles a esta hermosa misión !!!

¡¡Necesitamos tanto de los Sacerdotes!! Que sean santos y sabios, sí, es cierto; pero, necesitamos tanto caer en la cuenta de lo solos que los dejamos, tantas veces, en los más graves peligros; que les exigimos que sean como ángeles, los que tienen que estar en medio de un mundo tan paganizado y materializado, tan hedonista y sexuado, tan inculturizado e incrédulo, tan ateo y laicista...

Pero, no nos rasguemos las vestiduras y hagamos el juego a los detractores de nuestra Iglesia y de nuestra Fe. Porque, eso es lo que hacemos todos los que criticamos y damos oidos a las criticas contra Sacerdotes Católicos y Ministros de la Iglesia. Creemos al enemigo cada vez que nos sugiere y nos recalca, como verdad, la mentira, la grandísima mentira: que son muchos los malos Sacerdotes; los que no pueden con el celibato; los que están en desacuerdo con el Papa y con la Jerarquía eclesiástica (como si estos últimos fueran una élite aparte, dentro del pueblo de Dios) etc.

Sí, son ya demasiados los "católicos de pacotilla", les llamaríamos, que se dedican a dar oidos e incluso a hacerse lenguas de los malos Sacerdotes que tenemos en la Iglesia Católica. Callen de una vez, o al menos declarense ateos, como hacen los que lanzan esos "esputos" contra los Ministros Sagrados. Son como los sapos, que al ser preguntados porque escupían contra las luciérnagas, respondieron: "Porque brillan".

Es cierto, no lo negamos, que algunos miembros del sacerdocio católico no han estado ni están a la altura de tan alta dignidad. Pero, ¿por qué no nos preguntamos las razones, las verdaderas razones?
Lo siento, pero no admitimos, en este caso, comentarios diversos de los razonamientos que nosotras os vamos a dar; porque, de lo contrario, también estaríamos dando crédito a la mentira, y eso no es nada teresiano. La Santa Madre Teresa de Jesús tenía, entre otras muchas cualidades humanas y sobrenaturales, el ser muy veraz. Así también queremos ser sus hijas: veraces.

¿Por qué culpamos y condenamos a los Sacerdotes, que han podido caer en inmorales actuaciones, si son seres humanos e hijos de su época, cuando nos regodeamos en una sociedad inmoral, aún declarándonos cristianos? Somos unos hipócritas y oiremos la reprensión que Cristo dirigió tantas veces a los fariseos de su tiempo: "Raza de víboras, hipócritas, sepulcros blanqueados..."

Si verdaderamente queremos Sacerdotes santos ¿por qué nos da lo mismo lo que vean nuestros hijos en la televisión, o lo que les enseñen en las escuelas, o lo que aprendan de nuestras depravadas costumbres y ejemplos mundanos?


La verdad es que tenemos multitud de Sacerdotes santos, muy santos y muy escondidos. Hacen actos heróicos todos los días, por mantenerse fieles a su elección ministerial; y lo más "gracioso", nunca mejor dicho, es que lo consiguen, con la Gracia Divina, por eso lo de "gracioso", y la ayuda de la oración de sus hermanos, los verdaderamente cristianos y católicos.


La verdad es que cosechamos lo que sembramos, y estamos sembrando... vaciedad e inmundicia en las almas de nuestros jovenes. Por eso, cada vocación sacerdotal que fructifica es un verdadero milagro. Siempre lo ha sido, pero hoy mucho más.


No sigas criticando la mota o el ladrillo del ojo de tu sacerdote. ¿Por qué no te quitas de encima esa "modorra espiritual", que te lleva a contemporizar con un mundo tan corrupto y anticristiano? Enciendes una vela a Dios y otra al diablo, y piensas que con eso estás salvado; y hasta te crees con derechos, más que sobrados, para lapidar con tus palabras a un hermano, a un hermano y sacerdote.

La Verdad es Cristo, y El les vuelve a decir, a cada uno de ellos: "No sois vosotros los que me habéis elegido a Mí. Soy YO quien os elegí, para que vayáis y déis fruto, y vuestro fruto dure." Y en otro lugar, también les dice: "Acaso ¿no os elegí Yo a todos vosotros? Y, sin embargo, uno de vosotros (de entre los doce) es un diablo".
Misterios de Dios inescrutables, que sólo la oración humilde y contemplativa puede hacer vislumbrar al alma sus motivaciones. Quiso Dios, posiblemente, ponernos a prueba al enviarnos algún "Judas" entre tanto santo sacerdote. Y no estamos dando el peso; nos estamos quedando enanos a los ojos del Padre. Porque somos incapaces de ver tanto bien, recreándonos y engolfándonos en la destructiva crítica de algunos malos sacerdotes. Así, ¿tal vez pensemos encubrir nuestra miserable desnudez y nuestros vergonzosos pecados, tapándolos con los de nuestros pobres y caidos hermanos sacerdotes? A la hora de la cuenta nos la tomaran a cada uno, en particular.




Como diría nuestro santo padre Juan de la Cruz:


"AL ATARDECER DE LA VIDA TE EXAMINARAN DEL AMOR"


¿Cuánto amor hemos puesto en salvar a nuestros más pobres hermanos, los endurecidos pecadores, sean o no Sacerdotes? Examen, hermanos, examen.





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